En realidad, es verdaderamente emocionante el poder compartir el resurgimiento del interés por la música jamaicana, pero ¿hay algo qué estemos olvidando?
Quizá, para poder mejorar el futuro, necesitamos conocer mejor nuestro pasado.
La persecución
Desde hace un tiempo, el conjunto de géneros musicales que podemos englobar dentro de lo que llamamos la cultura popular jamaicana está disfrutando de una clara sensación de estabilidad. El hecho que la UNESCO haya agregado al Reggae a su lista de instituciones culturales, un acto promovido por el gobierno jamaicano, ha resonado en todo el mundo y ha tenido un impacto muy positivo. El caso es que las experiencias que inspiraron a todos los géneros de esta cultura fueron totalmente anti-establishment. Dicho de otra forma, detrás de esas últimas decisiones institucionales se esconden unos objetivos más económicos que culturales.
La verdad es que las distintas autoridades jamaicanas siempre han tenido una relación muy hipócrita con la música Reggae. En relación a este tema, es muy importante conocer como el movimiento Rastafari ha sufrido una interminable persecución que ha marcado nuestro ADN. Veréis, la primera comunidad Rastafari, llamada Pinnacle, se construyó a finales de los años 30, cuando comenzaron a tomar fuerza las primeras voces que lucharon por la independencia jamaicana. Básicamente, este tipo de comunidades estaban basadas en la agricultura y el cultivo de la marihuana, unas tareas que eran fundamentales para su supervivencia. Por un lado, para su vida económica, y por otro para su propio retiro espiritual; tanto por la ganja como por la ‘vida Ital’.
Con todo, los gobiernos coloniales percibieron la proliferación de Rastafari como una amenaza para el orden social. Como resultado, las autoridades les persiguieron hasta tal punto que, en 1954, Pinnacle fue incendiado por los británicos con la intención de destruir los cimientos y cualquier posible legado del movimiento. Efectivamente, para el sistema fue toda una provocación que Pinnacle consiguiese ser autosuficiente durante 16 años. Asimismo, por entonces, los ‘rastas’ fueron sometidos a una presión policial y a una ridiculización extrema que tristemente ha durado muchos años.
La respuesta a la opresión
Sin embargo, esta acción del imperio británico tuvo un efecto inverso y provocó entre los jamaicanos un rechazo total a toda forma de gobierno opresor. De hecho, tras la independencia, el gobierno jamaicano siguió persiguiendo al Reggae y a los rastas por sus propuestas subversivas, como ya hemos visto en otros artículos. Véase la prolongada prohibición de reproducir Reggae en las emisoras de la isla. De alguna forma, todas estas historias son fundamentales para entender cómo los jamaicanos canalizaron el odio y la opresión de su gobierno hacia otros medios creativos como las distintas evoluciones de la música Reggae. Ese espíritu es la fuerza motriz de la música popular jamaicana. Pero claro, también han pasado muchas cosas que han cambiado a la sociedad.
Ciertamente, hubo una serie de épocas doradas que provocaron el interés de muchos ejecutivos y, evidentemente, su correspondiente enriquecimiento. Después de esos grandes éxitos, las grandes compañías discográficas abandonaron a los artistas jamaicanos a su suerte. Lógicamente, esto nos llevó a un inevitable declive; pero ahora existe un renovado interés por la música Reggae. Por ello, debemos ser más inteligentes y no perder el rumbo de nuevo. Es más, hay que estar a la altura para no volver a hundir este barco con banalidades.
Sin duda, sabemos que el mantener pura dicha rebelión se presenta como un objetivo muy complicado y exige una enorme responsabilidad. Entonces, quizá deberíamos explorar el contexto que nos rodea más allá de la música y así dejar de andar por las nubes. Por ejemplo, si nos centramos en los más jóvenes, nuestra misión es darles esos conocimientos para poder mantener los estándares altos y asegurar un buen futuro del Reggae. No obstante, este es un camino que también debemos recorrer a la inversa. Por eso mismo, y para finalizar, queremos volver a promover un término muy significativo estos días: el intercambio intergeneracional.