En los últimos 70 años, Jamaica ha sobresalido por su actividad musical regalando al planeta una gran variedad de géneros musicales, como el Mento, Ska, Rocksteady, Reggae, Dub o el Dancehall.
En ese tiempo, los Sound Systems han sido un auténtico caldo de cultivo. Pero ahora podría ser que el ecosistema musical jamaicano estuviese en peligro.
El formato Sound System en peligro
Como sabéis, desde hace bien poco, el Reggae forma parte del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. Igualmente, desde finales del 2015, Kingston es una de las 47 urbes del mundo que tienen el título de Ciudad Creativa de la UNESCO. Sin duda alguna, la capital jamaicana lleva muchas décadas siendo muy participativa en cuanto a creatividad musical. Es más, hay un sinfín de formas de vida que han dado lugar a lo que podríamos llamar el ecosistema del Sound System.
Desde hace muchos años, las actividades culturales y comerciales que se dan en estos espacios de baile, llamados comúnmente Dancehall, ocupan un lugar muy destacado en las preferencias del pueblo jamaicano. En realidad, este tipo de hábitat urbano, lleno de ruido y caos, también podemos encontrarlo fuera del área metropolitana de Kingston, como por ejemplo en Portmore, St. Catherine, St. Ann, St. James, Clarendon o St. Thomas.
Sin embargo, no todo es tan bonito. Actualmente, existe una gran problemática con los eventos musicales. El gobierno ha comenzado a aplicar la Ley de Reducción de Ruido de 1997, junto con otras leyes relacionadas. De hecho, hay una fuerte polémica sobre el uso de esta Ley, puesto que está creando un impacto negativo en el funcionamiento habitual de los Sound Systems y los artistas jamaicanos.
Otros grandes perjudicados
El caso es que los responsables de la música que suena en estos espacios no son los únicos perjudicados por esta nueva dirección del gobierno jamaicano. A su alrededor, en un hábitat tan próspero, también han florecido otras actividades interconectadas. Un colectivo muy afectado con esta situación son los dancers, quienes se juegan su visibilidad internacional. Asimismo, no hay que olvidarse de todas las personas que se ganan la vida alrededor de estos eventos callejeros. Por ejemplo, los vendedores ambulantes tienen una larga tradición en la música de Jamaica. Lógicamente, en los bailes, son las personas encargadas de abastecer a los asistentes con comida, bebida, encendedores, cigarrillos, marihuana, etc.
En verdad, las discusiones sobre los horarios y volúmenes de los Sound Systems llevan estando presentes desde hace mucho tiempo. Por esa razón, parece ser que será complicado alcanzar un equilibrio entre la agitada vida nocturna de los jamaicanos y la necesidad de que otros residentes tengan paz, tranquilidad y una buena noche de descanso. De momento, apenas se han escuchado voces de peso entre los habitantes de este ecosistema, ya que la mayoría de las personas implicadas hablan el idioma de las calles y, a menudo, tienen dificultades para moverse por las altas esferas.
Vaya, que esperamos que pronto aparezca la reflexión adecuada para que el Sound System mantenga su verdadera naturaleza. No obstante, el gobierno sabe que la riqueza cultural de esta actividad aporta mucho dinero a la isla, ya que atrae a personas de todo el mundo. Bueno, entonces, también habría que preguntarse si lo que quieren es hacer una zona de Dancehall más light, más vendible… ¿verdad?