Hoy, lunes 01 de marzo, es un buen día para recapacitar sobre el estado del Reggae en el planeta.

Tras un emotivo Mes Del Reggae, nos disponemos a examinar los cambios de paradigma que ha vivido el Reggae desde su nacimiento.

Los cambios de paradigma en el Reggae

La música jamaicana ha realizado un largo camino desde que a principios de los 60 comenzará a sonar cada vez más potente fuera de sus fronteras. Según fueron pasando las décadas, el planeta vio nacer el Ska, el Rocksteady, el Roots, el Dub, el Rub a Dub o el Dancehall. Con cada mutación, vinieron asociados una serie de cambios de paradigma. Dicho de otro modo, la cultura evolucionaba con cada nueva expresión rítmica.

Hasta los 80, la exportación musical fue tan increíble que Jamaica se convirtió en un gran atractivo universal. De hecho, la isla era amada por sus mensajes de esperanza, libertad, empoderamiento e indignación contra el sistema. Pero, poco a poco fue perdiendo su posición destacada en el corazón de muchas personas, probablemente, debido a la modificación del modus operandi de la humanidad. Lógicamente, ese distanciamiento también ha sido proporcional al auge de las líricas de naturaleza sexual explícita o tras la continua glorificación de la violencia.

El estado del Reggae

A día de hoy, la verdad es que el Reggae lo tiene muy difícil con el ansia insaciable que el mundo tiene de redes sociales. Hablamos de esa necesidad de imágenes que tienen tanto los artistas como el propio público en Instagram, Tik Tok o Facebook. Cada vez se trata más de ser visto, en lugar de centrarse realmente en lo que estamos viviendo. Pero hasta los Sound Systems parecen brillar más por fuera que por dentro. Prácticamente, han desaparecido las Dubplates, el Soundclash… por no hablar de las selecciones de calidad.

Sin embargo, el viaje prosigue en este 2021 y, a pesar de que no es muy sano el sólo mirar al pasado, para poder avanzar primero deberíamos ser conscientes del porqué que cada vez hay menos Reggae entre la humanidad. En realidad, parte del problema también radica en el hecho de que los registros discográficos actuales no suelen ser realmente coleccionables. Ya sabéis, predomina la música rápida que no conlleva ganas de repetir sino de simplemente consumir. No obstante, todavía hay tiempo para evitar el fracaso de la inspiración. ¿Lo intentamos?