Uno de los pesos pesados del Dancehall de todos los tiempos, Rodney Price, más conocido como Bounty Killer, está a punto de regresar a Europa para ofrecer una serie de shows por el viejo continente.

Y como era de esperar, el artista jamaicano ha vuelto a recibir la presión de todas esas personas que le acusan por sus controvertidas letras.

A sus 45 años, Bounty Killer desembarcará en Zurich el próximo 26 de abril, para luego dirigirse a Amsterdam, París, Estocolmo, Viena o Berlín. Esto ha generado una serie de protestas, especialmente de las Asociaciones de Gays y Lesbianas, quienes piden la cancelación de sus actuaciones por considerarle un artista homófobo, ya que en el pasado escribió unas letras muy agresivas donde se engrandecía la violencia contra los homosexuales. Por esa razón, sus actuaciones a lo largo de todo el planeta siempre han causado protestas masivas desde hace muchos años. Por poner un ejemplo de sus líricas, uno de las más sonadas se encuentra en su tema «Man ah Bad Man» junto a los polémicos TOK.

El debate que se ha abierto en torno a este tema, en realidad, es casi repetitivo, pues cada cierto tiempo vuelve a la actualidad. Comencemos definiendo que el Dancehall no es un género de odio. De hecho, en estos días, el debate de la homofobia sobre los músicos jamaicanos es prácticamente unidimensional, puesto que en muchos casos no conocemos la versión de los artistas que están siendo acusados por una obra que se escribió hace muchísimos años. Entonces, para poder seguir avanzando en este tema, al menos, es básico tener en cuenta que la gran mayoría de las canciones que promulgaban la hostilidad contra este sector de la sociedad tienen una antigüedad de 20 años. Pero claro, también hay que tener en cuenta que mucha de esa música también está disponible en Spotify o iTunes, por lo que se podría decir que están ganando un dinero por incitar a la violencia contra los homosexuales.

A raíz de las distintas ambigüedades, hay muchas voces que sugieren que no ha habido ningún cambio de opinión de los creadores de estos tracks. Es más, se piensan que algunos están haciendo un truco de marketing para poder seguir actuando, mientras que en el interior de esa persona no ha cambiado nada. Hablamos de los acuerdos entre promotores y artistas, es decir, la firma en un compromiso contractual para no realizar esas canciones en sus conciertos.

Lo triste es que cuando se cancelan las actuaciones de estos artistas también estamos perdiendo una importantísima ocasión para poder escuchar de verdad su postura. Por lo tanto, habría que preguntarse si ha llegado el momento de dar más oportunidades a los autores de aquellas canciones para que puedan testificar y así mostrarnos sí de verdad ha madurado su visión.

En el año 2004, la homofobia en el Dancehall se convirtió en un tema de indignación internacional. Aparecieron cientos de artículos que abordaron asuntos como del que estamos hablando o sobre la glorificación de la violencia. El caso es que por entonces, estos temas fueron ampliamente debatidos en Jamaica, aunque es algo que todavía no se reconoce en el extranjero. Es decir, Jamaica no es monótonamente homófobo, también hay una cultura democrática que debate sobre este tema.

Poco después, en 2007, apareció la Reggae Compassionate Act, un acuerdo firmado por Beenie Man, Capleton, Sizzla y Buju Banton en el que se apelaba al género del Reggae como instrumento contra las injusticias sociales, para afirmar que en la comunidad de la música no hay espacio para ningún tipo de odio o prejuicio, incluyendo racismo, violencia, sexismo u homofobia. Volviendo al caso Bounty Killer, él se negó a firmar este documento, ya que de alguna manera fue desacreditado por muchos artistas. Por esa razón, Bounty ha dejado lugar a la duda de si se ha distanciado de sus textos homófobos.

Desde entonces, este tipo de contenido prácticamente está extinguido. Asimismo, algunos artistas jamaiquinos que no lo han firmado ya no usan ese tipo de textos. Un buen ejemplo es el propio Bounty Killer que es más conocido por sus críticas sociales que por ninguna otra cosa. Ciertamente, la situación en Jamaica también ha cambiado mucho y ahora los grandes conciertos están patrocinados por entes tipo Pepsi, Red Bull o Guinness, que son empresas que tienen interés en el mercado internacional y lo último que quieren es patrocinar una controversia.

No obstante, si tratamos de contextualizar la práctica de exhibir letras agresivas, en el momento que repasamos la historia del Dancehall podemos encontrar otros tipos de ‘descarrilamientos verbales’, como las «Gun Tunes» o «Badman Tunes» donde se glorifica el uso de las armas de fuego y otra serie de atrocidades a lo ‘Gangsta Style’. Por ese motivo, los defensores de la cultura Dancehall también culpan a los críticos por la situación que han creado, ya que si se comprende lo que significa ese género en Jamaica quizá no se malinterpretarían como amenazas reales. Igualmente, sus fans siempre han hecho hincapié en el derecho a la libertad de expresión y señalan que además no está prohibido estar en desacuerdo con la homosexualidad.

Y por último, teniendo en cuenta todo lo expuesto en este artículo, hay que recordar que en 2012 la J-FLAG, organización jamaicana LGTB, ya habló en favor del diálogo distanciándose de las campañas de boicot europeas. Por lo que hay que volver a pensar en lo que hablábamos sobre un debate unidemensional que no da lugar al jamaicano a opinar. Como algunas personas dicen en la isla, una vez más los ‘actores blancos’ están sacando conclusiones de los jamaicanos y exigiendo prohibiciones sin buscar una conversación.