Vivimos en una época donde, sin duda, el mundo necesita mucho más que nunca el mensaje consciente y rebelde del Reggae.

Es momento de recordar que hay palabras que, en realidad, valen más que mil imágenes.

En las últimas décadas, Jamaica se ha convertido en un paraíso turístico que, igual que en otras zonas del Caribe, intenta que sus visitantes se olviden de la parte de la isla que se asemeja más a una zona de guerra. Precisamente ese área era la seña de identidad de los años dorados del Reggae y, ahora, son un buen recordatorio de lo que ocurrió a finales de los años setenta y principios de los ochenta. Pero ¿qué ha quedado de eso?

Si ahondamos en la situación actual y nos fijamos en lo que ocurre con esta música fuera de Jamaica, es hasta triste ver como los artistas más veteranos actúan ante una audiencia que podríamos definir, en una amplia mayoría, como ociosa y con un exagerado culto a la imagen. Es decir, hay una grandísima proporción de personas entre los oyentes que están muy lejos de ser los verdaderos representantes de la contracultura antiautoritaria que se supone que tendrían que estar oyendo estos mensajes antisistema. Algo que a su vez se extiende entre los propios artistas de Reggae, que en muchos casos son meros Hipster con dread, un buen disfraz de rebeldía.

Pero, tampoco hay que olvidar que desde el nacimiento del Ska, gran parte de la música jamaicana ha sido confeccionada para el oído de los ‘blanquitos adinerados’, como ya comentamos en el artículo de «la primera comercialización del Ska». De hecho, hay muchos jamaicanos que sospechan que el Reggae de Bob Marley alcanzó la fama mundial gracias a que él no era tan negro como ellos. El caso es que es probable que tanto la élite que le catapultó a la fama como la sociedad de aquellos años no hubiese aceptado la música de Bob Marley si no hubiese sido hijo de un inglés blanco con antepasados alemanes. Entonces, quizá deberíamos de hacernos más frecuentemente la pregunta de sí sólo fue un producto exportable sin más.

Asimismo, siempre se suele acabar citando a Marley cuando se habla de Reggae, pero mucha gente olvida el resto del conjunto de avances culturales que consiguió una isla de menos de tres millones de habitantes. Por ejemplo, hay un gran desconocimiento de la figura de Hedley Jones, quien creó una de las primeras guitarras eléctricas y luego fue un personaje clave en la construcción de los primeros Sound Systems. Del mismo modo, la influencia de los Sound Systems en el nacimiento del Hip-Hop o la música electrónica ha sido brutal. Vaya, que no podemos dejar de repetir que Jamaica sentó las bases de la cultura musical que vive el planeta actualmente.

Todos aquellos logros culturales fueron motivados por la sensación de libertad que alcanzaron los jamaicanos con su independencia. Fueron tiempos en los que los habitantes de la isla se reencontraron con su identidad junto con una serie de valores fundamentales, como la igualdad, la fraternidad o la vida en armonía con la naturaleza, tras abandonar los años de esclavitud colonialista. Por si a alguien le hace falta recordarlo, con el mensaje Rasta los músicos jamaicanos se embarcaron en una campaña de salvación mundial con tal repercusión que lo hemos podido seguir oyendo desde la primavera árabe hasta las protestas estudiantiles europeas.

Todo genial hasta aquí, pero resulta que ahora en Jamaica, como en el resto del mundo, nos están volviendo a convertir en esclavos a través de los teléfonos móviles, redes sociales… y claro, eso tiene una repercusión en las sensaciones que transmiten la mayoría de los nuevos músicos, por ello, las canciones parecen ser más vacías que inspiradoras. Dicho de otro modo, pesa más la mentira que la verdad como resultado de la copia o imitación de los años dorados de esta cultura. Una buena manera de resumirlo es que antes se hablaba para la comunidad y ahora sólo sale a relucir el ego. De ahí que si estás escuchando un disco de los 70, el ritmo y las letras te pueden hacer bailar, relajarte, incluso puedas meditar. Mientras que la música de hoy en día, casi por regla general, es algo así como si no tuviese vida, ¿no crees?