En realidad, cuando un artista de Reggae busca o sigue una fórmula para tener éxito debería ser algo así como una puñalada trapera para cualquier persona que se considere amante de esta cultura.

¿Y por qué decimos esto? Pues porque entonces estaríamos hablando de manipulación, es decir, otra de las herramientas del sistema dominante.

Históricamente, casi todas las propuestas musicales que han llegado a lo más alto nunca fueron por simple casualidad. Se trata de productos que fueron perfectamente confeccionados para las junglas de asfalto. Si si, no nos engañemos, esto ha ocurrido desde Bob Marley hasta el Island Pop de hoy en día. Por mucho que nos pueda doler, es imposible que nadie haya caído.

Por cierto, hace justo una semana se cumplió el 45º aniversario del lanzamiento del álbum que consolidó a The Wailers a nivel internacional. Hablamos del Burnin’, publicado el 19 de octubre de 1973. Este disco tenía temas tan revolucionarios como «Get up stand up» o «I Shoot the sheriff». Dicho registro fue el segundo con Island Records de Chris Blackwell, tras el Catch A fire que lanzó ese mismo año. Vaya, que su contenido estaba dominado por las estrategias del magnate y de ahí su repercusión en EE.UU. y posteriormente en el resto del mundo. Es más, reflexionar sobre el dato de que Burnin’ fue el último trabajo que nos entregaron Peter Tosh y Bunny Wailer junto a Bob Marley.

De todos modos, después de tantos años y un extenso legado musical repartido por todo el planeta, se podría decir que ni Bob Marley ni el Reggae han alcanzado su principal objetivo. Sin duda, para hablar de éxito tendríamos que haber celebrado un cambio del sistema, pero han pasado varias décadas y hasta casi se podría decir que cada vez está la cosa más jodida. Dicho de otra forma, esta música ha servido como banda sonora a muchos movimientos que luchan por la libertad. Pero igualmente ha sido hasta bailado o tarareado por los propios fascistas, incluso ridiculizado con la típica imagen del ‘rasta fumeta’.

Pero vaya, aún quedan muchas personas ligadas a esta cultura que, igual que los irreductibles galos del comic, siguen luchando ahora y siempre al invasor. En el presente, podemos ver más y más sound systems sonando en las calles y las plazas de nuestro alrededor. Y eso es una buena forma de pulsar otro tipo de vibez en este mundo tan corrupto. En verdad, es muy importante que el Reggae y sus gentes vuelvan a demostrar su militancia social y que la actividad no se centre casi exclusivamente en los clubs, como venía pasando en estos últimos 10 años.

No obstante, si es bueno recordar lo importante que es seguir concienciando a nuestros semejantes hasta lograr el ansiado cambio. De ahí que sea igual de válido el intentarlo desde un club que, por ejemplo, desde un centro social; o en los mismos barrios y pueblos. El caso es que, como se suele decir, el cambio comienza dentro de cada persona. Pero claro, eso no tiene nada que ver con el hecho de buscar una fórmula que nos de el éxito personal, eso es muy egoísta y para nada busca el bien de la humanidad.

Por último, una vez más recurrimos a una idea clave: Los verdaderos artistas están para entregar al pueblo el mensaje que nos eleve y no para elevarse así mismos. Quizá sí en todo este tiempo se hubiese tirado más de esta afirmación otro gallo hubiese cantado.

Sin más, seguimos en la lucha… big tings a come, right?

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