Una de las cosas que más se repiten en la historia de esta cultura es la manera en la que parecen cambiar la mayoría de los artistas jamaicanos cuando alcanzan el gran éxito internacional.
Obviamente, este nuevo rumbo afecta a la forma en que la gente de su país de origen ve sus trabajos.
El significado del éxito en Jamaica
La música de esta pequeña isla lleva incitando al baile a todo el planeta desde hace muchas generaciones. De hecho, sus letras se tararean por los rincones más insospechados, a veces, incluso sin comprender correctamente lo que dicen. La verdad es que es innegable que personas de todo el mundo sienten algo más que amor por las melodías jamaicanas.
Pero para la gente de Jamaica, la relación entre la fama internacional y el éxito en los mercados locales es algo bastante más complicado. Digamos que es imposible poder apelar a ambos. Para poder entenderlo un poco mejor, habría que analizar el ADN de la música popular jamaicana y observar cómo está marcado por la desigualdad social que sufre la isla desde su época colonial. Por otro lado, no hay que olvidar que la mayoría de los artistas que han alcanzado el éxito global han perdido el contacto con su tierra. Vaya, que pocos han seguido viviendo realmente en Jamaica.
Además, también hay que comprender lo difícil que es complacer a un oyente jamaicano. Los jamaiquinos son una audiencia activamente hostil. Es decir, si una canción no les gusta se quedan inmóviles en protesta mientras desafían con la mirada al selector. Este tipo de reacciones son muy habituales cuando en la zona de baile, lo que conocemos como Dancehall, suenan canciones de jamaicanos que han llegado hasta el mainstream.
En realidad, desde los orígenes de esta cultura, la música popular jamaicana ha mantenido una valorada actitud anti-autoridad. Precisamente, esta característica es la base más importante de este género musical. Por esa razón, el género es tan amado como odiado por la élite de la isla, que por cierto suelen ser personas de piel más clara que la mayoría de los jamaicanos.
El cambio de filosofía de los hitmakers
Ahora, si unimos el concepto del éxito internacional y un color de piel más claro, se nos vienen a la cabeza hitmakers como Sean Paul o Shaggy, quienes son bastante más blanquitos que el resto de sus compatriotas. Sin duda, ambos han conseguido realizar una carrera musical casi inigualable para el resto de sus compañeros. Es más, se podría hasta decir que han hecho un Dancehall para seducir musicalmente a los no jamaicanos, a través del uso del patois y el resto de aromas caribeños. Ciertamente, su música cada vez se ha ido convirtiendo en más Pop y EDM. Por consiguiente, ya no están presentes dentro de una verdadera noche de Dancehall en Jamaica.
En los últimos años, todas las canciones que publican estos artistas más comerciales están hechas para los clubs o las radios, no para las calles. Lo triste es que cuanto más ricos y más internacionales se han vuelto, menos han relacionado su contenido musical con la vida cotidiana del gueto en el que nació está música. No obstante, el Dancehall se está volviendo cada vez más mainstream y esto también significa que la representación de nuestra cultura ahora está más presente en todo el mundo.
Pero, entonces, ¿el respeto por estos artistas comienza y termina con su éxito? No hay que olvidar que, los ya mencionados Shaggy y Sean Paul, fueron algunos de lo que provocaron que el Dancehall irrumpiese profundamente en el mercado global. Más tarde, ellos mismos fueron los primeros en romper con las tradiciones para probar cosas nuevas. Como resultado, un gran número de fans que les siguieron en sus inicios les han abandonado. Sin embargo, en cualquier momento podrían volver a reinventarse y sorprendernos de nuevo. De hecho, en su tiempo ya nos demostraron que son grandes maestros.