Tristemente, no es la primera vez que tratamos el tema de la violencia policial en Jamaica, pero consideramos necesario que conozcáis la situación para entender el contexto que rodea a los habitantes de la isla.

en este artículo nos vamos a centrar en un caso muy específico que sucedió hace tres años y sobre el que ha escrito Josefina Salomón, investigadora de Amnistía Internacional.

Un documento que hace vivir un poco más de cerca cómo se sienten las familias que no ven actuar a la justicia contra los asesinos de sus seres queridos.

Orange Villa, Kingston.

La luz del sol que iluminaba la calle Orange, en Downtown (Kingston), anunciaba que se estaba acercando el mediodía. Se podía observar un grupo de jóvenes chateando en la acera mientras música Reggae salía de un pequeño radiocasete, a unas mujeres en una peluquería contando las historias de la mañana, a un chico joven limpiando vigorosamente un horno en un pequeño restaurante… Este último es Daquan Jackson quien a sus 19 años está a cargo de un pequeño establecimiento de comida que sirve a la mayoría que viven o trabajan en este barrio tan animado de la capital jamaicana.

El joven no es cocinero, o al menos no lo era hace unos meses, cuando la tragedia golpeó a su familia y este menor de siete hermanos decidió hacerse frente del negocio. Su hermano Nakiea, de 29 años, que era conocido en el vecindario por sus habilidades culinarias, en la mañana del 20 de Enero de 2014, cuando estaba cocinando una gran comida de encargo, según unos testigos, irrumpió un oficial de policía en su establecimiento y le disparó.

Fue trasladado al hospital en el coche patrulla donde, de acuerdo con la autopsia, falleció a causa de dos agujeros de bala. La supuesta causa de estos disparos, según los agentes, fue que estaban buscando a un sospechoso de crimen, un hombre con dreadlocks que coincidía con la descripción física de Nakiea. Una de sus hermanas, Shackelia, nos recuerda como ese día sintió que los relojes se paraban cuando se despertó por los disparos y vio en el local una de sus zapatillas y agua sobre restos de sangre. Acto seguido cerró la tienda para preservar la escena del crimen y, lamentablemente, sus instintos fueron ciertos.

Policía en Kingston

Jamaica tiene una de las tasas de crímenes más elevadas de América del Sur con 43 asesinatos por cada 100.000 habitantes en 2015. El año pasado os hablábamos otros los casos de violencia policial en Jamaica, historias que podéis ver en este link.

Las autoridades llevan luchando contra el crimen del país desde hace muchas décadas y como resultado se han obtenido unos 3.000 asesinatos por parte de la policía desde el año 2.000. Un 8% del total de los asesinatos ha sido a manos de oficiales de la ley.

Ellos mismos anuncian que están dando pasos para enfrentar la crisis, pero a pesar de haberse reducido los casos de asesinatos por parte de la policía en los últimos tres años, en la mayoría de ellos todavía no se ha realizado un juicio, así que los culpables permanecen en impunidad. Aun teniendo evidencia de la culpabilidad de los agentes, tan sólo una decena han sido condenados por asesinato en las últimas dos décadas.

«El primer día, la sala del tribunal estaba llena de agentes de policía,Venían a ver quiénes eran los testigos para intimidarlos. El juez les ordenó que desalojaran la sede judicial. Muchas veces, la policía hace acto de presencia sólo para intimidar», dijo el hermano de nakiea.

Daquan Jackson

Pero esto está yendo a peor, un nuevo informe de Amnistía Internacional revela que sólo se están mostrando la mitad de los numerosos casos, ya que algunas autoridades jamaicanas están intimidando a familiares de las víctimas para prevenirse de la vista por parte de la justicia, logrando que guarden silencio.

Tras el asesinato de Nakiea, su familia ha luchado insistentemente en los tribunales intentando que se haga justicia sobre los sospechosos. Pero en lugar de que la policía se vea alguna vez frente al juez, les tienen de objetivo de una campaña de persecución, intimidación y violencia.

En más de una decena de casos, las investigaciones de Amnistía Internacional revelan cómo la policía emplea tácticas ilegales que instilan miedo y previenen que la justicia siga su curso. Se conocen casos en los que los agentes han ido a los hogares de los familiares para impedirles que no se presentaran a declarar, coaccionando a las viudas e intimidando a quienes su testimonio debería ser escuchado en el juicio. En algunos casos, los policías se han presentado en el funeral de la víctima para conseguir lo anteriormente comentado y ser persuadidos de la justicia.

«Tenemos miedo de la policía, de su presencia constante. Esta violencia está afectando mucho a los niños de nuestras comunidades. Si la justicia no prevalece, todos nos convertimos en objetivos, estamos todos en peligro. Si  no hay justicia, ¿Cómo podemos convencer a los niños de que no odien a la policía? Tuve que dejar mis estudios, ví a mi padre cómo moría lentamente debido a la opresión y falta de acción por parte de las autoridades», dijo Shackelia llorando debido a la frustración.

Shackelia Jackson (hermana)

En un repentino aunque por desgracia no sorprendente giro de los acontecimientos, el caso de la muerte de Nakiea contra el oficial de policía ha sido desestimado en este pasado Julio de 2016. Después de que uno de los testigos clave no apareciera a testificar, demasiado asustado por lo que le podría ocurrir tras ello.

«El problema de Jamaica es el sistema, que está roto. Mientras SABES quien es el responsable de la muerte de mi hermano, es el sistema el que permite que esto pase en este y otros muchos casos. Al menos deberíamos tener la oportunidad de ir a juicio y tener a un jurado que escuche el caso. Quiero tener la posibilidad de ver todas las pruebas y defender mi caso, solo quiero justicia. Esta no es una lucha equitativa pero soy demasiado optimista por lo que continuaré luchando por lo que es justo.», concluía la hermana de la víctima.