Si hay algo que hemos compartido las diferentes culturas es la música. Por dicho motivo, en las últimas décadas ha evolucionado una industria musical interesada en explotar ese sentimiento tan arraigado en nuestros genes.
El caso es que ya son muchos años los que llevamos escuchando hablar de piratería y las descargas ilegales como los grandes problemas de las discográficas. Sin embargo, lo que parece que está pasando desapercibido es el desesperado grito de socorro de la música en directo.
Al borde del precipicio
Los humanos tenemos un increíble instinto musical ya que nuestro cerebro está muy bien equipado para entender la música, decodificarla, darle significados e incluso crearla. Por lo tanto es muy importante saber cómo percibimos la música, y qué papel juega en la cultura y en la sociedad. Pero en la actualidad nos encontramos en una época donde cualquier conocimiento de este tipo se utiliza para generar dinero o para controlar a las masas.
Ciertamente, tras varias temporadas de prosperidad en los distintos festivales de Reggae, podemos pensar que el Reggae es más potente que nunca en nuestro país. Pero, también se debería realizar una segunda lectura más profunda, donde se observaría que se está haciendo muy poco en cuanto a la creación de un circuito Reggae estatal. Es decir, no hay puntos habituales donde los músicos puedan actuar para poder expandir más allá esta cultura.
Para entender la gravedad de lo anteriormente expuesto habría que fijarse en otros puntos del planeta. Entonces, rápidamente comprenderemos que allí fuera no se entiende la vida cultural de una población sin música en directo. En cambio, en este territorio asistimos al cierre masivo de salas de conciertos. Claramente, esto nos dice que está en peligro la cantera musical, ya que ningún artista ha empezado tocando en un estadio ante miles de personas. Los pequeños locales de aforo reducido son los espacios donde los músicos comienzan sus carreras y sin ellos se puede decir con total seguridad que la música no tiene ningún futuro.
Los problemas crecen
Sin duda, estamos viviendo una criminalización de la música en vivo. Precisamente, eso es algo que desde hace mucho tiempo están sufriendo las nuevas generaciones, tanto si eres público como si eres un artista.
Por ello, son muchas las bandas y los solistas que apuestan por las redes como medio para darse a conocer, pero no hay que olvidar que cuantas menos posibilidades tengan para tocar en directo y mejorar en ese aspecto, menos probabilidades tendrán para crecer como músicos. Y vaya, creo que estaremos de acuerdo en que todo ese talento no se debería de desperdiciar.
Otro de los problemas que se suman al cierre de locales es que hay muchos grupos esperando una oportunidad y demasiadas salas de conciertos dispuestas a aprovecharse de ello. Además, ahora se lleva la ley del alquiler, es decir, pagar por tocar. Se obliga a los músicos a ejercer de promotores musicales y hacerse cargo de la promoción de su evento. El resultado de esta barbaridad es que son muchas las veces que no se puede recuperar el dinero invertido. Toda esta locura es fruto de la oferta y la demanda. Por cierto, ¿sabéis que si no llegan a un mínimo de público, algunas salas se quedan con toda la recaudación y no le dan nada al grupo? En definitiva, la industria de la música se está desprofesionalizando.
Expandir la cultura
El caso es que el tiempo pasa y la crisis económica ahoga a todos los sectores de la sociedad. Mientras tanto, la industria musical sigue ensimismada en su propia crisis de valores, incapaz de hacer frente al cambio de mentalidad del público de una nueva generación con distintos hábitos de consumo.
Hace bien poco se reveló que tan sólo se necesitan vender alrededor de 75 copias físicas para entrar en el Top 50 de nuestra lista de éxitos. Y claro, estas estadísticas no tienen en cuenta las ventas de CDs en los circuitos de música en vivo, por lo que se están ignorando posibles soluciones al problema.
Además, hay que recordar que otro paso correcto en la dirección de «expandir la cultura» sería que ese circuito de salas de conciertos también le daría a las nuevas generaciones la posibilidad de ver a otras bandas internacionales para poder incrementar sus conocimientos sobre esta cultura.